¿Por qué? ¿Por qué a veces cuando abrazo o acaricio aprieto los dientes? ¿Por qué el primer comentario que me sale es despectivo? ¿Por qué a veces compro regalos para hacer y no los entrego porque siento como una vergüenza?
La crueldad, como todo, lo aprendí. A veces, cuando me ataca un recuerdo vergonzoso de algo que hice, noto que se parece mucho al estado que tengo cuando cometo una crueldad. Cometer una crueldad me da adrenalina, recuerdo ese estado de fascinación excitada de provocar un daño a otro.
El recuerdo no tiene esa fascinación, sino más bien, algo parecido a un gran estupor. Creo que es la adrenalina, ese impulso frío y quieto que se siente en el pecho y recorre el cuerpo.
Si eso no está es una reflexión acerca de los temas que me duelen de mí mismo, las cosas que no dije, las cosas malas que hice, lo que no puedo cambiar de mí y no me gusta.
La vida se acaba. Si tuviese todo el tiempo y mundo... leía ayer, algo así. No lo tengo. Siento que ya estoy cayendo, pero no quiero pensar en eso. Quiero pensar en lo que tengo, en lo que puedo tener.
Decir: No todavía.