No entré porque quería, entré porque no podía abrir los videojuegos sin que otras personas se den cuenta. Me duele la garganta. Compré un coso queeeeeeeeeeee me permite conectar varios usb a la notebook, pero falla. No sé por qué. La fallllllllllllllllla son estas reiteraciones de letras o a veces queda                 sin escribir. A veces si lo conecto y desconecto se soluciona. La mayoría de las veces no.

Hoy es domingo y estoy cansado. No sé por qué no puedo dormir bien. Tengo un pésimo humor, me arden los ojos y siento esa pesadez en la nuca. Intenté acostarme a relajarme. La ansiedad es fuerte. Hay como una tirantez en los pulmones que no puedo vencer. Se resiste a que entre mucho aire y no puede controlar una expulsión lenta, como un músculo que fue sobrexigido y tiembla. Parece que lo del teclado se solucionó.

Creo que buscar calmarme es un buen primer paso. Debería incluir alguna meditación diaria. Escaparse de las rutinas pasó de época. Hoy en día tengo que escapar de la ansiedad. Sí, no tenía mucho que decir.

¿Por qué a veces cuando acaricio aprieto los dientes?

 ¿Por qué? ¿Por qué a veces cuando abrazo o acaricio aprieto los dientes? ¿Por qué el primer comentario que me sale es despectivo? ¿Por qué a veces compro regalos para hacer y no los entrego porque siento como una vergüenza?

La crueldad, como todo, lo aprendí. A veces, cuando me ataca un recuerdo vergonzoso de algo que hice, noto que se parece mucho al estado que tengo cuando cometo una crueldad. Cometer una crueldad me da adrenalina, recuerdo ese estado de fascinación excitada de provocar un daño a otro.

El recuerdo no tiene esa fascinación, sino más bien, algo parecido a un gran estupor. Creo que es la adrenalina, ese impulso frío y quieto que se siente en el pecho y recorre el cuerpo. 

Si eso no está es una reflexión acerca de los temas que me duelen de mí mismo, las cosas que no dije, las cosas malas que hice, lo que no puedo cambiar de mí y no me gusta. 

La vida se acaba. Si tuviese todo el tiempo y mundo... leía ayer, algo así. No lo tengo. Siento que ya estoy cayendo, pero no quiero pensar en eso. Quiero pensar en lo que tengo, en lo que puedo tener. 

Decir: No todavía. 

 Quiero gritarle a una ventana. Una de verdad, no una de internet. A veces pienso que soy mejor escritor cuando estoy en la cama sin poder dormir, duchándome o caminando. Acá soy horrible y eso que soy mucho mejor que cuando me siento con el cuadro arriba de la mesa.

La pretensión o postensión, como sea. La tensión que se trasluce en ideas se da cuando estoy haciendo otra cosa. Un multitasking necesario para que las ideas fluyan, si es solo querer escribir se arruina todo. 

Juro que tengo ideas interesantes, pero ahora no me las acuerdo.

Me distraje, mierda. Estoy fallando en los intentos.

 Tomé una cerveza y fui a hacer las compras. La gente está desvariando en masa. Me sentí muy cómodo con mí leve borrachera. Sí fue incómodo hablar con la cajera.

No debería querer lastimar a otras personas ni a mí 

24 del 07:55

 Ser infeliz es tremendamente cansador, muchísimo más que ser feliz. Cuando sos infeliz todo requiere el doble de energía. Todo es caminar entre arbustos espinosos que se te enganchan. Ser infeliz es como Alicia en el País de las Maravillas. Nada tiene sentido. A cada paso hay que volver a interpretar el mundo e intentar entenderlo mínimamente para saber, al menos, para donde se espera que avancemos.

Y cada traspié es una caída. Las muelas duelen. Los sentimientos de mestizan. Las ganas se esfuman. 

Ser infeliz es tener un espejo en frente que hace lo mismo que hacemos con la fuerza opuesta. No tenemos la fuerza suficiente para vencerlo o aunque sea tomar otro camino.

Sisifo, ¿Cuándo te vas a cansar?

21 primavera, procesos

 Tengo que ponerme a trabajar en 2 minutos. Estoy cansado del trabajo, de que la gestión y los procesos sean invisibilizados por las directivas y los objetivos. Los procesos lo son todo. No era esto lo que quería decir. No sé qué era. No, no puedo acordarme. Voy a llegar tarde a la reunión, como la película después del atardecer. Ya me acordé. Era que las excusas son veneno, incluso las excusas para cosas buenas. 

Las excusas para hacer cosas buenas son un engendro que daña a las cosas buenas, poniendo la beneficiado como inferior y haciéndole creer que es superior. Es un proceso, no un objetivo, y ese proceso lleva a lugares oscuros, por más de que las intenciones sean buenas. 

20 de septiembre 2023

 Hace varios días que no escribo acá. Debería escribir todos los días porque esto era para no abandonarme. Dejar la paja y los videojuegos era un colateral, una meta secundaria. No fue así. Tengo algunas ideas interesantes durante el día y también leo cosas interesantes, pero me las olvido. Como si se resistieran a quedar acá o, como si se resistieran a quedar en mí. 

Es una cuestión de estructura, emociones y eso. Me cuesta mucho recordar lo que leí aunque en el momento creo que estaba sinceramente interesado. O de recordar, por ejemplo, lo que escribí acá, y es algo que me preocupa. Tal vez no pueda ser sincero. Eso a veces me obsesiona. Saber que, después de tanto tiempo de mentirme y fingir, perdí acceso a mi verdadero yo. No pienso que exista un verdadero yo, pero creo que sí lo siento y que siento que no puedo acceder y que pienso que eso es lo que llamamos locura. Haber querido parecer tanto tiempo, que cuando perdemos la energía para mantener esa pantalla, nos derrumbamos, sin poder acceder ya a lo que realmente fuimos. Quedamos atrapados entre el disfraz y la piel. Locura. Senilidad. Creo que todo es eso. Me da miedo quedar atrapado en el miedo.

Interesante, espero volver mañana.