A veces
como ahora
veo un árbol sacudirse con la fuerza del viento
y pienso
todo es un milagro
ese árbol, la ventana, yo
todo.
Tener una casa es un milagro,
y quiero decir milagro por ese sentimiento
de excesiva conmoción por lo demasiado que es todo.
Ese sentimiento que es lo opuesto
a escuchar a Fernanda Vallejos
constantemente diciendo pelotudeces
a un nivel de abstracción de la vida que no se entiende
cómo tiene esa creatividad para unir ideas tan básicas que es original.
Tener esa capacidad de crear un discurso, no exclusiva,
en los que nos olvidemos de lo maravilloso de la vida
y nos concentremos en peleas a nivel títeres.
Cómo meter el elefante que es la vida
en la hormiga que es un faranduleo político por cargo,
es algo admirable, casi un milagro del milagro o un antimilagro.
Así y todo, Fernanda vallejos también es un milagro.
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